jueves, 26 de junio de 2008

Mi vida en móviles

Sin lugar a dudas considero el teléfono móvil como uno de los inventos con mayor impacto en el día a día de las personas. Aunque no queramos reconocerlo, no podríamos vivir sin él a día de hoy. Recuerdo que conocí a alguien en la universidad que se tiró por cabezonería cinco años sin comprarse ninguno. Cuando terminó sus estudios de bohemio y empezó a buscar trabajo tuvo que agenciarse uno. ¿¿Una pena?? No creo que el ama de casa se lamente del lanzamiento del lavaplatos porque se haya perdido la constumbre de la lavar a mano, digo yo...


Mi primer móvil. Me lo compraron mis padres porque me tuve que ir a otra ciudad a estudiar la carrera y 'a ver si te va a pasar algo...'. Tenía más longitud en largo que mi zapato. Mi primera recarga fue de 5.000 pesetas y no me duró ni una semana. Es lo que tiene llamar por llamar.


Empiezo a heredar. Mi primer señor móvil. Mis padres tenían uno. Cuando a mi padre le dieron uno de empresa, éste se lo pasó a mi hermana mayor, y cuando ésta se compró uno mejor, me lo quedé yo. Era un terminal para un tipo serio, con preocupaciones financieras. Al pasarme a la pantalla en color, se lo cedí a mi hermana pequeña.


El mejor: Fue un amor a primera vista. Creo que ha sido el móvil más revolucionario desde hace mucho tiempo. Lo quisé con todas mis fuerzas y lo conseguí, pero lo perdí en las taquillas de una spa. Volví a caer en la misma piedra y me hice con el modelo en negro. Esta vez me lo robaron.


Amor pasajero. Tras perder mi querido V3 perdí la ilusión por los móviles. Juré y perjuré que nunca más me volvería a gastar dinero en modelos de gama alta. Aunque este móvil parece super molón, en realidad es una mierda. Es marca blanca, como el pan de molde del Carrefour.


De rebote. Este es móvil actual. Mi hermana pequeña que es muy señora se ha comprado un pedazo HTC, uno de esos aparatos que nunca sabría utilizar. La vida ha sido justa con ella y esta vez me tocó a mi heredar.

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