jueves, 27 de agosto de 2009

Jueves (crónica de un encuentro con extraterrestres)

"...Naoko ya no estaba en este mundo; se había convertido en un puñado de cenizas..."


En mi estancia en los Estados Unidos, Sonia Sotomayor estaba en boca de todos. Su llegada a la Corte Suprema se podría equiparar a la llegada del propio Obama a la Casa Blanca.


Si Obama hizo que los negros vieran la vida de forma más relajada, Sotomayor ayudará a que los hispanos que poblan EEUU a sentirse eso, más americanos. Supongo que el siguiente paso es que una mujer presida el planeta Tierra desde el despacho oval. Todo a su tiempo.

Penélope Cruz, que no es tonta como Obama, se estará preparando para interpretar a Sonia en las pantallas. Cuando tenga ese hijo que no quiere reconocer, será el momento adecuado. Penélope prefiere parecer gorda antes que quedarse embarazada.

Físicamente Sotomayor de primeras no me da confianza, me parece una mujer insegura, con miedo a cortar en cable rojo antes que el azul. Ante estos cargos siempre me dieron más confianza las mujeres robustas, con el pelo corto y cara afilada. Sonia tiene cara de siempre llegar tarde a su puesto de trabajo alegando que ha tenido que dejar a sus hijos en la guardería. Posiblemente me esté equivocando de principio a fin. Obama no es tonto, Obama no es Zapatero, Obama no le cogería el teléfono a González Sinde.


La madre de Elo, que algo sabe de Puerto Rico, me contó que la familia de Sonia Sotomayor procede de la zona de 'El Meaito', apodada de tal forma por la sobrepoblación de Magas (árbol típico de la zona bautizado meaito ya que en el interior de sus flores contiene un líquido transparente con un olor un tanto peculiar). Los republicanos no confían en ella, no me quedó muy claro si por su cara perenne de ama de casa o porque la consideraban poco objetiva por su condición de hispana. Sotomayor llegó lejos desde el Bronx, como Jennifer López, como lo hubiese hecho Belén Esteban si hubiera nacido negra. Como diría aquel, que los dioses estén con Sonia.


Bill Clinton en EEUU es algo equiparable a Felipe González, o a Sarkozy el día que se retire. Su carisma ha borrado de un plumazo todas las travesuras que pudo llegar a hacer en un pasado. Los telediarios se mostraban muy preocupados porque dos periodistas americanas con ascendencia asiática habían sido retenidas en Corea del Norte por excederse en los límites de lo permitido. Estaban destinadas a cumplir su castigo realizando trabajos forzosos.


Hasta que Johnny cogió su fusil y Bill se fue de vacaciones a Corea. En el fondo Kim Jong II tiene corazón. Él sabe que por dos periodistas de más o de menos, su plan de destruir el mundo apretando el botón rojo no se va a venir abajo. Hasta entonces, las periodistas vuelven a casa con Bill y Corea sigue haciendo el mal de forma pacífica y tranquila sin que nadie le moleste. Bill Clinton tiene muy descontentos a sus vecinos de Harlem. Desde que abrió su despacho en esa zona, las calles de Harlem tienen la misma peligrosidad y vitalidad que un parque empresarial en Tres Cantos.

La Seguridad Social es harina de otro costal. Los periódicos americanos decían que Obama había dejado apartada la prometida reforma sanitaria hasta septiembre. Mientras, según la prensa española que pude leer con ansia en el avión de vuelta, informaba que varios representantes demócratas habían intentado explicar en diferentes puntos estratégicos las claves de un complicado amasijo de condicionantes. El intento fue en vano.


Obama ha sido tachado de socialista al querer subir los impuestos a los contribuyentes con mayores ingresos para poder sufragar los costes anuales de la reforma sanitaria. Que te llamen socialista en EEUU es peor que te llamen hijo de Hitler o Joan Laporta. Es como mentar la palabra Belcebú en una guija.


Objetivamente no puedo defender ningún razonamiento, no soy quien. Ni si quiera soy americano. Mi sensación es que el grano en culo de Obama se llama Seguridad Social, y un grano en el culo es casi como tener hemorroides.


Me hubiera gustado vivir allí la muerte de Ted Keneddy. Allí los Keneddy tienen tanto empuje o más que Obama. Allí les consideran como una especie de caballeros de la mesa cuadrada que se han ido muriendo uno tras otro de una forma trágica. Todos son demócratas, hasta la mujer de Arnold. Como los Bardem, pero menos intensos.


La política americana es un mundo apasionante lleno de tuercas y tornillos, cables y circuitos, sólo apto para estudiantes, entendidos y oradores de primer orden. Borja aprendió a amar la forma de hacer política en América viendo El ala Oeste de la Casa Blanca. Para él era un reto constante. Penelope tendría que bajarse todas las temporadas de "El Ala..." si quiere intepretar con tino a Sonia. Estoy seguro que a Sonia le caería bien Borja.

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