
Tras sentarse y dejar los abrigos en el perchero (creo que eso es gratis) una camarera muy fina les preguntó por el tema de la bebida. Primer contratiempo. La carta de vinos viene sin precio. Pinto, pinto, gorgoritos, saca la mano que te toco el pijo.
- ¡¡Esta!! - espetó uno de nuestros queridos extremeños. - Excelente elección - respondió con cordialidad el servicio. Al rato, esa botella de precio desconocido afronta sus últimos sorbos. La camarera se percata de tal circunstancia y les propone a los comensales otra botella para amenizar la velada. Al ser positiva la respuesta, el mismísimo Ferrán Adrià no le queda más remedio que abandonar su cámara de crionización y salir al ruedo a saludar botella en mano al personal. - Despreocupense, mis queridos extremeños, están invitados a la cena, abonen el vino y todos tan amigos..

Una pena que no me dejen contar una historia muy graciosa entre una mierda y una bolsa de plástico. Una pena.
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